tus labios no dejan de moverse,
al compás de preguntas que algún día quise hacerte,
y de las cuáles ya no me importa la respuesta.
Crees que te escucho y simplemente avanzo,
a la orilla del río más cercano,
tu pelo impasible, no se mueve ante el vendaval,
igual que en el pasado,
solo tus sentimientos sabes escuchar.
Y yo no sé a que diablos viene tu llamada,
tiembla el botón de tu chaqueta
ante mi fija mirada,
tus ojos me rehuyen,
tu cazadora se lleva la peor parte,
fuego en mi mirada que podría traducirse entre las sábanas,
pero no, no lo hará,
porque ya no sabes encender un mechero,
porque ya no sabes ganarme al póker,
porque ni una sonrisa brota ya de mis labios por ti.
Porque tarde, es tarde, y siempre lo sabrás.
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