Camino lentamente por las calles de Londres, atravieso un puente sobre el Támesis, que de repente se vuelve pequeño, insignificante... y sin embargo, navegan bajo él, gran cantidad de navíos de gran tonelaje. Continuo caminando sin rumbo alguno y paso al lado de una estación que sin duda me parece la de Brompton Road. De repente ante mi aparecen ellos. Me encuentro con mis amigos a los que hace 7 meses que n veía, aquellos a los que deseaba ver casi más que ninguna otra cosa en el muundo. Abrazos interminables, lágrimas de emoción, comenzamos a hablar sin parar, cada uno ardía en deseos de contar como había pasado sus meses lejos del resto. Sus historias eran maravillosas, habían conseguido notas impresionantes en sus estudios, tenían un trabajo perfecto, habían encontrado al amor de su vida... Sin embargo yo...
Los dejé hablar mientras me contagiaban su alegría, y llegamos al barrio de Nothing Hill. Entramos en una de las cafeterías más lujosas de Londres, mi amigo nos invitaría a té y café, después arrasamos las tiendas, y compramos miles y miles de golosinas para la fiesta que celebraríamos esa noche, para celebrar nuestro reencuentro. De repente pasamos al lado de una tienda en la que estaban expuestos antigüedades y fetiches negros, todo cambio, me vi reflejada en el cristal del escaparate, estaba sola, mi cara estaba roja del frío que reinaba en el triste Londres, mis ojos estaban llorosos, mis manos tembablan... Pero aun así, mi cara, incomprensiblemente reflejaba una profunda sonrisa.
Oía gritos, la gente corría de un lado a otro, una avalancha de agua cayó sobre mí, pero yo no sentí nada, no conseguí ver nada excepto esas antigüedades en las que me estaba reflejando, un grito en mis oídos hizo que me estremeciera; "Ya no me escribes, ya no me llamas." Nada pude contestar, no tenía palabras... Pero reconocí al instante esa penetrante voz, ¡Era él!
La muchedumbre continuaba gritando "¡La nieve obstaculiza las calles!" Pero yo no conseguí ver esa nieve. Sin embargo sentí la brisa del mar, sentí el calor del sol rebotando en mi piel, el tacto de la arena en mi espalda... Traté en vano de cruzar la calle, cambiar de sentido, girar mi vida, cambiar de dirección... Pero un hombre me agarró con fuerza del brazo, "Son las 3 de la tarde, es demasiado pronto para eso." De nuevo no supe reaccionar pero entendí completamente lo que me quiso decir, pues también pensé que sería demasiado tarde para el resto, y es que estaba tratando con una "Matriz Hipercompleja".
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