Quise acercarme y saltar al vacío, aunque por si acaso se acercaba demasiado, me alejaba de él, sintiéndome relajada desde mi distancia de seguridad.
Lo que no sabía es que vacíos hay más que uno, y que andar hacia atrás asegura el frente pero suicida la espalda.
Pero no os creáis. No lo vi tan rápido como pareciera. Tuve que andar y andar tropezando y creyendo que eso sería lo peor que me pasaría, hasta que la carretera terminó, el caminó se paró, y mis pies no tuvieron donde apoyarse.
Qué bonito era el frente en ese momento. Seguro, conocido, fiable. Pero... nunca llegaré a saber que hubiera pasado si tan solo me hubiera girado un instante, si hubiera contado con la existencia de los puntos cardinales...
No, no sólo el Norte existe, haciendo uso de la analogía "perder el Norte", es perder la cabeza, perder la cordura, embarcarse en la locura más mundana. ¿Y qué si esa locura te salva? ¿y qué si la cordura no lo es tanto?