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domingo, 17 de marzo de 2013

No choices

Es un jarro de agua fría. No. Más bien es un jarrón de hielos. ¡Qué demonios! Es como si alguien te lanzara el jarrón de cerámica directamente a la cabeza. No hay forma de decir que no, no hay forma de apartarse, no hay tiempo de esquivarlo, está frente a tus ojos y a lo sumo puedes girar la cabeza, no te dejará sin un ojo, pero te agujereará la cabeza por atrás.
La gente va y viene, las palabras estremecen tus oídos pero no llegas apenas a escucharlas, no puedes procesar lo que pasó, lo que pasará, lo que quizá no pasa, lo que quizá no pasó... Y es de esas veces donde las cosas no pueden haber sido de otra forma, donde lo que vino se acepta y no hay elección. Es de esos momentos en los que tú no diriges tu vida y eres llevado de una habitación a otra, de una tortura a otra.
La gente se gira, eres joven dicen. Todos te conocen. ¡Normal! El resto tienen melenas blancas escasas de pelo, y tu pelo radiante, brillante, largo y que ni una goma llega a atar ondea por los pasillos mientras tratas de seguir la corriente verde que te aturulla. Tratas de entender, le mandas a tu cerebro procesar rápido, ¡más rápido! Esta vez no puedes llegar tarde, simplemente no es una opción, no hay modo de hacerlo, llegar llegarás, corriendo, exhausta, desfallecida, sin vida, da igual, vas a llegar, y no hay un tarde posible.
Luego solo esperas. Hay noticias que no sientan bien, más bien es que no sientan, no pueden hacerlo, son como una estaca recta, fría, dura y afilada, no hay forma de sentar eso. Nadie parece entenderlo. Una vez escuchado tampoco tienes tiempo de pensarlo. Solo de correr de nuevo.
Una sala de espera tras otra, una hora tras otra. Un tumulto de gente que lagrimea a tu lado. ¡Qué día tan raro! Piensas. Nada de aquello hubiera sido imaginable. Y de verdad creedme cuando digo nada, porque me refiero completamente a nada. Gente que se acerca de modos insospechados cuando pensabas que estaba a punto de echar patas en dirección contraria, gente que abrazada a ti durante media vida, en momentos más peliagudos que esos rebeldes pelos que recién salen después de cortarlos al ras con la cuchilla parece como si nunca te hubieran visto y simplemente no parecen existir, da igual si gritas su nombre en la oscuridad, simple  y llanamente no harán amago ni siquiera de escuchar.
Pero nada acaba ahí. Nada acaba con un jarronazo en la cabeza, ni con una estaca puntiagudo, ni con un momento peliagudo, ni con una maraña verde de gente corriendo, nada acaba cuando te das cuenta de que quizá estuvo a punto de acabar, nada. Porque ahora de repente empieza otra travesía. Otra más grande si cabe, otra más difícil si es quizá posible, otra más solitaria si es aun imaginable, y no hay más remedio amiga, tienes que adentrarte, aquí si que hay que encuadrar la frase "have no options! que Nirvana trataba tantas veces de desmentir "the choice is yours, don't be late" decía, y yo me lo creí, tanto que perseguí sin desamparo todo lo que creí mío, todo, demasiado fue, eso lo vi después. Ahora ya solo queda descansar y dejar que te lleven. De un lado a otro pero todos iguales, de un jarrón a otro pero ya solo el primero duele, los demás resbalan y capaz que ya ni se rompen ante el estallido contra mi cabeza. Soy dura dice ella. Uno y no más Santo Tomás.
No pude salir corriendo, así que me quedé. Pero algún día saldré.





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