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martes, 13 de julio de 2010

Real Life Vs. Mario Bross

¿Porqué siempre creemos que cuando alcancemos eso que anhelamos tanto, ya no desearemos nada más y seremos completamente felices, y sin embargo, cuando lo tenemos, anhelamos un complemento, y otro más, y aquél más lejano...?

La felicidad se compone de una búsqueda incesante de metas. Por tanto la felicidad no es una meta en sí misma, es el fin de toda anhelo, de todo reto, cada peldaño escalado nos da "puntos de felicidad" pero no podemos quedarnos en ese peldaño, la escalera hacia la completa dicha es enorme, pierde su punta final más allá de donde nuestros ojos pueden llegar a ver, y por ello hemos de complementar cada escalón con el siguiente, para seguir sumando puntos. Quizá nunca lleguemos a conseguir el tesoro ansiado, pues al contrario que ocurre en los videojuegos, el tesoro por el que lucha Mario Bross tan solo se compone de oro y salvar a la bella princesa, mientras que nuestro tesoro no podría definirse aquí y ahora pues va cambiando según vamos consiguiendo nuestras pequeñas metas; la vida de Mario Bross, o más bien el videojuego acaba cuando consigue su meta, nuestra vida no acaba, las metas se van ampliando, nuestro nivel de felicidad, al igual que los corazoncitos de vida del videojuego se van llenando poco a poco, pero a diferencia del juego, nuestro nivel no tiene un límite, no llegamos al final y por más corazones que recojamos no aumentaremos más de 100, sino que podemos conseguir todo aquello que nos propongamos en esta lucha sin descanso.

¡¡Menos mal que nuestra vida es comparablemente mil veces más larga que un videojuego!! ¡¡De dónde sino conseguiríamos tanto tiempo para completar los niveles... digo... escalones de nuestra vida!! =D

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