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sábado, 21 de noviembre de 2009

Reencuentro en Brompton Road

Caminé lentamente. Mis pasos eran pesados, tranquilos, descompasados... Sentía que me acercaba al final. Pese a la lentitud de mi cuerpo, mi mente se aceleraba más y más, cada vez una nueva imagen pasaba por mi cabeza. Unos minutos antes me había sentido la mujer más desdichada del mundo, pero en ese mismo segundo me sentía a punto de estallar a gritar, a punto de atravesar el Támesis a nado en un abrir y cerrar de ojos, a punto de montar en el London Eye y saltar desde lo más alto sin hacerme ningún rasguño en la caída... Pero la dicha no duraba mucho, pues al minuto siguiente de nuevo sentía ese escalofrío en mi cuerpo que reflejaba mi inseguridad, mi miedo...

Ahora lo tenía ahí, al final de Brompton Road.

Paseé al lado de los brillantes escaparates de Harrods, la Navidad estaba cerca y cada escaparate era aun más sublime que el anterior, la noche estaba marcada por la melodía de "For Elise" de Beethoven, que podía escucharse a través de los altavoces del gran centro comercial. El ambiente no podía ser más idóneo, el momento no podía parecer más preparado para la ocasión, la gente caminaba feliz, los chiquillos les gritaban a sus padres lo que querían por Navidad, las familias paseaban tranquilas con sus abrigos atados hasta el cuello. Hacía mucho frío pero el lugar era tranquilizante, atrayente, podría incluso decir que intentaba decirme algo, quizá intentara decirme que ése era el momento, que lo peor había concluido, que lo mejor estaba por llegar. No podía sacarme de la cabeza las suaves notas de la melodía de Beethoven... Una y otra vez las escuchaba repiquetear en mi mente, una tras otra, una tras otra... Me embargaron las ganas de coger un piano, de comenzar a tocarla incluso sin saber nada absolutamente de piano, ni de solfeo... En mi mente se comenzaron a dibujar las notas... Mi mente cada vez reproducía la melodía más rápidamente, una nota cabalgaba sobre la otra, incluso se confundían entre sí... La melodía pareció convertirse en una de esas canciones que ponen en las películas justamente cuando ocurrirá algo malo, algo que asustará... No lo pensé, ¡Sólo comencé a correr! Parece que este era otro de esos momentos en los que la angustia me abrazaba, la inseguridad me ataba a sí misma con sus esposas, el miedo se apoderaba de mi mente, robaba mi dulce melodía y la hacía parecer cada vez más grave, cada vez más fuerte, cada vez más desgarrante... Sigo corriendo por la ciudad... Atropello a esa gente afable que se dirige a visitar el precioso Londres de noche, una noche fría pero tranquila, tranquila para todos menos para mí... Los niños se asustan al verme correr de ese modo y se abrazan a sus padres, los perros se apartan gruñendo, no sé a dónde me dirigo, no sé a dónde estoy yendo.... llego al final de la calle, no sé a donde dirigirme, pero mi cuerpo actúa mucho más rápido que mi mente, corro y corro hacia delante, sorteo los coches, y ya al otro lado de la calle, me paro. Mi mente se relaja, los acordes de la melodía vuelven a sonar lentos, acompasados, con su ritmo habitual. Mi mente recobra la claridad, yo no debería estar allí, ¡Él me estaba esperando!

Hacía años que no le veía, nuestra única comunicación en los últimos años había sido gracias al e-mail, pero ahora estaba allí... y yo no quería ver por qué, no quería reconocer que un viaje desde Madrid a Londres no se hacía en vano, aun sentía ese miedo que él tuvo la capacidad de producirme siempre, esa inseguridad que él plantó en mí, y que regó para que creciera... Pero ya todo había cambiado, todo había acabado, ahora por fin podría ser lo que siempre esperé, lo que parece, que siempre esperamos, y sin embargo... no podía... no me atrevía a girar, no me atrevía a volver a la puerta del grandioso centro comercial, donde debería verle, donde debería esperarle, pues como de costumbre, nunca llegaba a la hora...

De repente algo perturbó mis pensamientos... Sentí como unos ojos se clavaban en mi nuca. Yo aun seguía mirando hacia delante, tenía detrás a Brompton Road, y con ella a Harrods, pero sentí algo, sentí alguien detrás de mí, no quería girarme, me daba miedo, de nuevo la melodía de "For Elise" comenzó a acelerarse en mi mente, pensé que estaba loca, pensé que de nuevo iba a salir corriendo sin rumbo, pensé que nunca tendría que haberme acercado hasta allí... pero súbitamente unos brazos me estrecharon por detrás, un escalofrío quiso recorrer mi cuerpo pero al instante noté que me sentía protegida, olí de nuevo su perfume, no lo había olvidado desde la última vez, desde aquel último día que me despedí de él con dos simples besos en la mejilla, sentí que era él, le escuche respirar y con eso me bastaba, no me hizo falta darme la vuelta para saber que mis mejores deseos se habían cumplido y que mis peores miedos habían sido enterrados para siempre, no me hacía falta girarme para saber que ese sería el mejor momento de mi vida.

La ciudad iluminada, los coches cruzando de un lado a otro, la gente alborotada, las luces de Navidad parpadenado en la noche... y él y yo de pie, en medio de la calle, sin movernos... le agarré las manos, era él, por supuesto que era él... "Pequeña... ¡Te quiero, y siempre te he querido, nunca dejé de hacerlo!" me susurro al oído. Me giré y lo abracé, ni siquiera pude mirarle a los ojos, ni siquiera pude ver su cara, no podía separarme más de él, no podía alejarme de sus brazos, pues ahí estaba. Después de años de incertidumbre, después de mil momentos de pensamientos contradictorios, después de que 100 amigos se cansaran de escuchar mis delirios... ¡Por fin! ¡Por fin se había cumplido, por fin estaba conmigo! Nos pasamos así unos minutos que para mí parecieron segundos, sentía una inmensa felicidad que me alejaba del mundo. Nos separamos, nos miramos a los ojos con una expresión seria, una expresión de añoranza, de pura felicidad, con un brilla en los ojos... una expresión de deseo, ambos empezamos a reir como locos, estaba claro, ambos manteníamos las mismas dudas, los mismos sueños, los mismos deseos, ambos habíamos sido unos incomprendidos... Y así, en el centro de Londres, nuestros labios se unieron para no decir ni una sola palabra más... "Te adoro".

http://www.youtube.com/watch?v=HjeuxlTj3IA

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